Por PALOMA BAHAMÓN SERRANO Socióloga
No se trata de un "reality", sino de la realidad; la que muchos no quieren ver. Un grupo de teatro conformado por desplazados y viudas por "falsos positivos" representa las historias que en los noticieros apenas asoman como cifras.
A Soledad* los paramilitares le asesinaron un hermano el 19 de marzo de 1996. El 5 de agosto de 2000, su hija perdió una pierna debido a una mina antipersona que el Ejército dejó abandonada en el campo; “sí, el Ejército”, recalca ella ante mi expresión de duda, y el 23 de diciembre de 2004, los paramilitares mataron a su esposo. Cuando le pregunto qué le diría a quienes piensan que la guerrilla es el único mal del país y que la desmovilización de las autodefensas es un hecho consumado, abre los ojos y me dice: “¿Hay gente que cree eso?”.
Aunque recuerda con fechas exactas cada pedazo de su tragedia, hasta hace poco era incapaz de hablar de ello, pero su proceso de duelo ha mejorado desde que hace parte, junto con otras veinticuatro personas, del proyecto creativo de fortalecimiento integral a víctimas ‘Arte, teatro y memoria’, en colaboración con el proyecto de atención integral a víctimas de la Corporación para el Desarrollo del Oriente, Compromiso, de Bucaramanga.
“Es que no me salían las palabras, pero Óscar me dijo que sí podía, y finalmente lo hice”. Soledad se refiere a Óscar Zuluaga, maestro en arte dramático, quien junto a Adriana María Diosa, socióloga y teatrera, son integrantes de la Corporación Cultural para el Desarrollo Arlequín y los juglares de Medellín, coordinadores de los talleres de teatro.
Desde comienzos de este año y en el último piso de la sede de la Corporación, hombres y mujeres entre los 15 y los 70 años llevan a cabo la creación colectiva de una obra. Entre ellos ha surgido la amistad, el apoyo, el recuerdo y el llanto, pero también la risa, porque se trata sobre todo de recuperar el derecho a la alegría. “Hay gente que ni siquiera era consciente de que sus historias eran importantes y lo que más ha aflorado al compartirlas es la consciencia de que ellos merecen una vida feliz”, afirma el coordinador de este proyecto, Bertram Doll, cooperante internacional de Compromiso.
Al hacer teatro, las víctimas se asumen con sinceridad pero con dignidad. Se trata no sólo de usar este recurso dramático como un método terapéutico, sino para visibilizar las vidas que muchas veces apenas asoman como cifras en los noticieros.
Me retumba en la cabeza la pregunta de Soledad: “¿La gente cree eso?”. Sí, muchos aún creen que no hay guerra, ni injusticia social, sólo terrorismo, porque no existe entre nosotros un diálogo en común, tal como afirma el investigador social Daniel Pecaut: “Lo que le falta a Colombia es un relato nacional (…) que posibilite a los colombianos de todas las clases, razas, etnias y regiones ubicar sus experiencias cotidianas en una mínima trama compartida de duelos y logros” . Precisamente porque no nos escuchamos es que hemos resuelto con violencia nuestra sordera durante más de siglo y medio, lo que nos ha remitido a una violencia de la representación, tal como lo señala Jesús Martín Barbero . Aquella a partir de la cual se construyó el Estado colombiano sin los discursos de los indígenas, los negros y las mujeres.
Ahora estoy en medio de un ensayo del recién conformado grupo de teatro. La mayoría de actores son mujeres desplazadas. Hay entusiasmo en sus gestos y voces al ensayar el libreto de la presentación que realizarán este miércoles 19 de agosto a las cuatro de la tarde en el parque Santander. “Es maravilloso. A través de mi cuerpo puedo transmitir todo lo que no soy capaz de decir con palabras”, me comparte Alba*. Según ella, su esposo fue raptado, torturado y asesinado por el Ejército en 2002, y reconocido luego como “falso positivo”. Alba llegó a Bucaramanga en 2003; tiene cinco hijos a quienes sostiene con una venta callejera de arepas. Compromiso le ofrece capacitación jurídica y apoyo sicológico.
“El lenguaje simbólico facilita la denuncia; es más fuerte, más emocional, pero protege de caer en el riesgo directo”. Con estas palabras Bertram Doll se refiere al hecho de que sobre estas personas se ciñe aún la amenaza de la muerte. Por eso actúan con máscaras, como en el teatro clásico griego. Su cuerpo y su voz son el rostro de una historia que otros no quieren o no pueden reconocer. Un primer acto que quizá sustituya la violencia de la representación por la representación de la violencia.
* Nombres ficticios la identidad de las víctimas.
http://www.vanguardia.com/diversion/cultura/37320-protagonistas-de-novela
Nota de agradecimiento.
El grupo de teatro del proyecto creativo de fortalecimiento integral a víctimas y la Corporación Compromiso agradece a Vanguardia Liberal el cubrimiento noticioso de este trabajo artístico, igualmente expresa sus agradecimientos a periodistas y medios de comunicación como el Canal TRO, TV CIUDADANA, Emisora Cultural Luis Carlos Galán Sarmiento, Caracol Radio y RCN, Radio Católica y el programa radial de la Red Metropolitana de Mujeres que cubrieron el estreno de esta obra de teatro. Reiteramos nuestros agradecimientos.
Portada del periódico Vanguardia Liberal 20.08.2009